Hoy hace un año, el pasado 7 de julio de 2014, Eduardo Baena Ruiz tomó posesión como magistrado de la Sala Civil del Tribunal Supremo (puedes ver su juramento en este vídeo). Ocupaba la plaza que dejaba vacante Francisco Marín Castán tras su nombramiento como presidente de la Sala. Era la cuarta vez que optaba a la magistratura del Supremo .
En el blog Litigio de Autor, tenemos en marcha un observatorio del Tribunal Supremo. En esta entrada vamos a acercarnos a la figura y trayectoria de Eduardo Baena con el objetivo de poner rostro a uno de los jueces que van a definir la jurisprudencia del Supremo en unos años decisivos de cambio social e institucional.
Un juez de vocación
Eduardo Baena nació en 1948 en Córdoba y se define a sí mismo como un “juez de vocación”. Estudió el bachillerato en el internado de los salesianos y obtuvo la licenciatura de Derecho por la Universidad de Granada, con la calificación de sobresaliente cum laude y el reconocimiento de Premio Extraordinario. Hijo de juez, desde los 12 años ya tenía claro que él quería seguir sus pasos. En varias entrevistas Eduardo Baena ha declarado que, además de la vocación, también ha heredado de su padre el “sentido de rectitud” y el valor de la libertad para ser ejercida con responsabilidad. En una entrevista de 2008 declaraba que “tener que decidir continuamente es psicológicamente brutal” y reconocía que, aunque el peso de la responsabilidad no le angustia, “como yo tenga que dar respuesta de un pleito a un ciudadano y no vea la cosa clara he llegado a no conciliar el sueño”.
Tras poco más de cuatro años de estudios, ganó las oposiciones a la judicatura en 1976. Sus primeros destinos en la carrera judicial fueron los juzgados de primera instancia de Alcalá La Real y de Lucena. En 1981 pasó a ser magistrado en San Sebastián y de ahí pasó a los recién creados juzgados de familia de Córdoba, en los primeros años del divorcio. En 1990 ascendido a la Audiencia Provincial de esa provincia. En el año 2000 fue nombrado presidente de la Audiencia Provincial de Córdoba, cargo para el que fue reelegido en 2005 y 2010. Con una antigüedad de 37 años, ha desarrollado casi toda su actividad en la jurisdicción civil, menos los 3 años de San Sebastián, que estuvo en los juzgados penales.
Como presidente de la Audiencia Provincial de Córdoba su principal reto fue gestionar una plaza con mucha sobrecarga de trabajo y promover la creación de una nueva estructura judicial que se acomodara a las “necesidades del siglo XXI”, ya que, según creía él, la actual “está diseñada para una sociedad rural”.
A Eduardo Baena le correspondió el difícil reto de gestionar la Audiencia Provincial de Córdoba durante la tramitación del ‘caso Bretón’, el más mediático de la historia de la provincia. En este caso dejó clara su intención de “que se desarroll[ase] un juicio justo con toda la rigurosidad”. Denunció los juicios paralelos, calificó de ‘acoso’ el seguimiento de algunos medios al acusado, criticó con dureza las filtraciones “escandalosas” del sumario y el comportamiento de los testigos que acudieron a los platós de televisión antes que al juzgado.
A la pregunta de por qué quiso ser presidente de la Audiencia Provincial en una ocasión respondió sin remilgos que “esto se llama carrera judicial y todos tenemos la ambición legítima de hacer nuestra carrera”. De hecho, Eduardo Baena nunca ha escondido que su aspiración profesional apuntaba alto: “siempre he dicho que me gustaría terminar la carrera en el TS”. Y, efectivamente, ahí es donde va a pasar los últimos cinco años que le quedan hasta la jubilación.
Los periodistas que lo han entrevistado destacan su aspecto afable, su cercanía y su gusto por las metáforas y el lenguaje sencillo. Amante de la lectura, el cine y la música, también es aficionado a la caza y los toros. De la montería afirma que es una afición que descubrió al volver a Córdoba por motivos laborales y de ella le gusta el contacto con la naturaleza, que actúa como vía de escape de la vida sedentaria.
Campos de especialización
En el plano profesional, Eduardo Baena fue ponente de sentencias dictadas en recursos de apelación en materia de familia, sucesiones, derecho hipotecario y registral, edificación, propiedad horizontal, sociedades mercantiles y daños, entre otras.
Es autor del libro ‘Los problemas prácticos de los procesos sobre nulidad, separación y divorcio’ y otro puñado de publicaciones relacionadas con el Derecho Civil. Realiza colaboraciones en la Revista de la editorial Sepin sobre arrendamientos urbanos, propiedad horizontal, la ley de enjuiciamiento civil, tráfico, penal y responsabilidad civil y seguro. Además, fue Ponente del primer Congreso sobre derecho de familia organizado por el CGPJ. Sin intención de ser exhaustivos, también se puede destacar que ha sido profesor en la Escuela de Práctica Jurídica de Córdoba y profesor asociado a la cátedra de Derecho Internacional Privado de la Universidad de Córdoba durante 17 años.
Eduardo Baena tuvo que estrenarse en el Supremo con el caso de la demanda de paternidad del Rey. En su primer año como magistrado del Tribunal Supremo, Baena se ha centrado principalmente en las materias en las que tiene una mayor especialización: familia, propiedad horizontal, responsabilidad extracontractual, si bien con incursiones en los campos más variados como el derecho al honor, contratación mercantil o incluso el litigio bancario.
Su posicionamiento en temas de actualidad
El nuevo magistrado del Supremo tampoco ha tenido inconveniente en pronunciarse sobre las materias más controvertidas de la actualidad. Y algunas de sus opiniones están lejos de ser políticamente correctas. El diario digital Cordópolis tiene una serie de entrevistas con el magistrado de un alto valor periodístico. En materia de vivienda, Baena considera “modélica” la ley hipotecaria y resalta que ha permitido que “grandes capas de las clases medias -entre las que me encuentro- hoy tengamos vivienda en propiedad, cuando nuestros padres eran arrendatarios”. No obstante, el juez reconoce que estamos viviendo un “problema social gravísimo” y que la regulación procesal ha generado problemas de protección. Baena defendía una modificación de la Ley de Enjuiciamiento Civil para incluir en los desahucios un trámite para debatir las cláusulas abusivas antes de que el Tribunal Europeo se pronunciara sobre el caso Aziz y el Congreso modificara la regulación del ejecutivo hipotecario. También se ha mostrado abierto a la posibilidad de una moratoria en la ejecución de desahucios a favor de las familias que están atravesando una crisis económica transitoria.
En la polémica sobre las tasas judiciales es partidario de buscar “zonas intermedias” entre las tasas disuasorias y el “gratis total”. Defiende delimitar algunas materias que por su sensibilidad deberían estar exentas de pago y aplicar en las restantes un principio de proporcionalidad que no impida el acceso a la justicia.
Respecto a la organización de la magistratura, Baena es partidario de mantener las oposiciones como método para la selección de jueces y se mostró contrario a la huelga de jueces de 2009. No le gusta la “manifestación de calle” en el ámbito de la judicatura.
Baena parece ser consciente de los problemas sociales que vive el país, pero, según sus declaraciones, la labor de los juristas es más eficaz cuando se mantienen alejados de las soluciones precipitadas y de las estridencias. En una entrevista daba algunas claves que nos pueden ayudar a anticipar cuál será su criterio jurídico en el Tribunal Supremo. “Hay que distinguir el problema jurídico y el social”. El social es “gravísimo” y hay que abordarlo con “políticas sociales”. Pero “en lo jurídico se ha de huir del ruido y verlo profesionalmente con mucho detenimiento”. “Las modificaciones jurídicas –que se tienen que hacer porque hay que acomodarse a las realidades sociales cambiantes- hay que abordarlas con mucho cuidado y sosiego. No vaya a ser que, por arreglar un tema coyuntural, estemos perjudicando a generaciones futuras”.
Retrato de un juez con el Supremo al fondo
Con estos trazos el retrato (impresionista) que nos sale es el de un juez vocacional y ambicioso, trabajador, cauto, con conciencia social pero alejado del activismo judicial, con un alto sentido de la exigencia y un marcado respeto por la ley.
Ahora hace un año, al saber que había sido elegido para el Supremo, Baena reconoció: “La vida me cambia. Es una gran responsabilidad”. Sin duda lo es. Todo un desafío para un juez que aspira a caminar por la senda de la prudencia y la legalidad en medio de tiempos convulsos.
[Foto de Eduardo Baena: Madero Cubero para Cordópolis]
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