Son muchos los que creen que la primera frase es la más importante de una novela. Con ella, el escritor gana o pierde a sus lectores para siempre. Cada vez que abro un libro nuevo tengo la manía de analizar las palabras con las que el autor decide abrir fuego.
En el mundo de los tribunales, empezar un escrito con garra también puede ser una forma inmejorable para captar la atención del lector desde el primer momento. Algunos jueces y abogados son conscientes del efecto hipnótico que puede tener un buen comienzo. Parten de la base de que la primera impresión es la que cuenta y que si sorprendes al lector en el arranque es muy probable que te acompañe con gusto en las siguientes páginas.
Esta cuestión (el punch inicial) me ha parecido un buen tema para tratar en el primer post del nuevo curso judicial.
Artesanía legal
Algunos abogados han desarrollado técnicas realmente creativas para empezar con buen pie.
En una entrada anterior analizamos el uso del relato (storytelling) en el ejercicio de la abogacía. En aquella ocasión analizábamos una acción de clase dirigida contra Volkswagen como consecuencia del escándalo del Dieselgate. La demanda inicial es un buen ejemplo de cómo podemos aplicar recursos narrativos para conseguir un inicio cautivador:
“Este caso deriva de uno de los delitos corporativos más descarados de la historia, una fábula sobre una empresa que quería ganar a cualquier precio. Volkswagen engañó para escalar hasta la cima de la industria del automóvil y dejó a su espalda un reguero de víctimas: sus clientes, los supervisores estadounidenses y extranjeros e incluso el aire que respiramos”.
En otro caso que también hemos comentado en estas páginas (Apple vs. Samsung), el coloso de California sostenía que la multinacional coreana había plagiado el diseño de sus iPhones y se había aprovechado ilícitamente de su esfuerzo. En el escrito dirigido al Tribunal Supremo, los abogados de Apple iniciaron su argumentación poniendo el énfasis en el enorme trabajo realizado por los empleados de la empresa y la valentía de Apple al poner en riesgo su propia existencia para afrontar un proyecto pionero. Para ello, su equipo jurídico usó citas literales de los testimonios ofrecidos por los propios trabajadores de la compañía en las sesiones del juicio:
«En 2004, Apple emprendió un proyecto de vida o muerte para entrar en el mercado de teléfonos inteligentes. Sin ninguna garantía de éxito, Apple gastó cientos de millones de dólares para que sus empleados trabajaran «noche [s]», «fines de semana», «todo el tiempo» para crear un «objeto nuevo, original y hermoso, algo que realmente impresionaría al mundo». Antes del lanzamiento, la arriesgada aventura de Apple se miraba con escepticismo. Pero tras su lanzamiento en 2007, el iPhone fue aclamado como un producto revolucionario que establece el estándar para el diseño de teléfonos inteligentes”.
Finalmente, me parece necesario destacar el escrito presentado por Deepak Gupta ante el Tribunal Supremo en el caso Expressions Hair Design v. Schneiderman. Gupta es el socio fundador de una boutique especializada en casación y ese escrito tiene el honor de haber sido clasificado como el texto con mayor grado de legibilidad del pasado curso judicial. El caso tenía que ver con el control de precios en transacciones con tarjetas de crédito y el escrito empezaba haciendo alusión a un conocido anuncio publicitario:
“A pesar de lo que los anuncios puedan decir, es falso que las tarjetas de crédito «no tienen precio» [“credit cards aren’t priceless”, en el original]. Cada vez que un consumidor paga con tarjeta de crédito, el comercio incurre en una comisión automática. Estas comisiones, impuestas por los emisores de tarjetas de crédito en cada transacción, se repercuten a todos los consumidores a través de precios más altos”.
Jurisprudencia machete
También algunos jueces se esmeran para seducir a sus lectores desde el primer párrafo. Aquí os dejo algunos ejemplos del pasado curso judicial:
El juez Barron resolvió un litigio millonario que enfrentaba al Estado de Maine con sus transportistas sobre la interpretación de un precepto concreto que regulaba el pago de las horas extras de los trabajadores. Su sentencia empieza afirmando: “Por culpa de una coma, tenemos esta disputa”. El juez juega con la aparente contradicción que puede causar el hecho de que un signo de puntuación tan pequeño como una coma pueda dar lugar a un lío monumental.
Por su parte, el juez Henderson se puso solemne y optó por empezar con una cita de George Washington una sentencia que trataba sobre una sanción en materia fiscal. La cita del primer presidente de los Estados Unidos resulta de lo más oportuna y afirma que “no puede concebirse ningún impuesto que no sea, en alguna medida, inconveniente o incómodo”. Después de leer esta introducción, probablemente el pícaro contribuyente empezó a sospechar que iba a salir de ahí trasquilado.
Finalmente, el juez Sutton apeló a una autoridad todavía más alta y citó nada más y nada menos que el Antiguo Testamento:
“[N]o hay nada nuevo bajo el sol” (Eclesiastés 1:9). Puede que sea así. Pero esto es nuevo para nosotros: una disputa entre vecinos de puerta sobre unas deposiciones de perro no recogidas que degeneró en un asalto con machete casi fatal”.
La cita del Eclesiastés para esclarecer una pelea escatológica de barrio me parece un toque de genialidad. Los miembros del tribunal de apelación (dudamos de que sean unos chavalillos novatos) no tienen inconveniente en mostrar su asombro ante un tipo de disputa que no habían visto nunca antes. La ironía del comienzo se extiende a lo largo de toda la sentencia, en unas páginas que destilan rigor jurídico y sentido del humor a partes iguales.
Los anteriores ejemplos son algo así como boxeo procesal. La aplicación en los tribunales de ese principio que dice que el que golpea primero, golpea dos veces. Por eso, la próxima vez que nos enfrentemos a un escrito podemos plantearnos si hay alguna cita o frase con punch que nos ayude a causar un buen impacto con el primer gancho.
Aquí lo dejamos por hoy. Seguiremos informando.
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