Abogados eficaces para clientes cada vez más impacientes. Algunos consejos prácticos en el marco del Mobile World Congress.
Mensajes instantáneos.
Estos días Barcelona está alterada por la celebración del congreso mundial de telefonía móvil. El ajetreo se nota en las calles, en el metro y en internet. Las redes sociales de abogados vibran con la actividad de los especialistas en tecnologías de la información. Todo este zumbido me ha llevado a preguntarme si yo, como procesalista, también podía hacer alguna pequeña aportación a este evento. Este lunes, mientras desayunaba un café en el bar de siempre, me vino a la mente una conferencia que se celebró el año pasado. Se llamaba “Redacción jurídica en la era del smart phone”. La verdad es que el título tiene gancho y, por algún motivo, se quedó grabado en mi memoria.
La necesidad es patente. La tecnología y la aparición de teléfonos inteligentes han cambiado drásticamente nuestras costumbres. Ahora la gente lee en diagonal y con menos nivel de intensidad y atención. Este cambio, como no puede ser de otra manera, afecta también a nuestros clientes.
La comunicación hoy en día es muy diferente a cómo era al inicio de nuestra carrera profesional. La escritura de hoy, impulsada por WhatsApp y Twitter, es instantánea, breve, clara y directa. Ya quedan muy lejanos esos largos correos electrónicos que se redactaban como si fueran cartas postales para ser enviadas en formato electrónico. En muchos aspectos, los abogados debemos hacer una transición hacia un nuevo estilo que reúna las características que espera el cliente actual.
Reglas simples para la era de internet.
Yo no asistí a la conferencia, pero he encontrado en internet material en varias páginas y foros. Juntando todos los retales como si fueran un patchwork he podido hacerme una idea bastante completa del contenido de la charla. Maravillas de la era de los smartphones…
La conferencia la daba Steven Stark, letrado y consultor. Es el autor de Writing to win, un verdadero referente en el ámbito de la escritura para abogados. Sus recomendaciones van dirigidas a todo tipo de redacción jurídica, incluidos los escritos judiciales y los contratos. Pero, para mí, donde más sentido tiene aplicar este nuevo estilo es en los informes, cartas y correos electrónicos.
El tema tiene mucha miga. Como algunos ya sabéis, imparto habitualmente con el profesor Ricardo Jiménez unos talleres sobre redacción para abogados que organiza la editorial Thomson Reuters Aranzadi. El curso pasado nos contrató uno de los despachos más grande de España para formar a sus abogados junior. Este despacho solo nos hizo una petición: que dedicáramos una parte del programa a enseñar a escribir emails de forma educada, clara y directa al grano.
Sin más preámbulos, comparto con vosotros las claves que da Stark:
Indica primero tu conclusión, luego explica los pasos que has dado para llegar allí. Si bien esto es contrario a la forma habitual de trabajar de muchos abogados, Stark aconseja aplicar esta regla en cada sección de un informe jurídico. «Si el lector no sabe hacia dónde se dirige, es muy difícil que pueda seguir lo que estás diciendo». Stark sugiere que cada vez que te sientes a escribir, ya sea un correo electrónico de dos párrafos o un informe de 30 páginas, pienses en lo que dirías si tu lector te parara por la calle y te dijera: «Mira, solo tengo 45 segundos. ¿Quién eres, qué quieres y por qué?».
Esta forma de ordenar el escrito es coherente con la forma en que un lector espera recibir la información en el mundo actual. Stark tiene razón. Nos guste o no, la mayoría de los clientes saltan a la conclusión final del informe y luego vuelven a la primera página. Los clientes no son muy distintos de nosotros. A fin de cuentas, al recibir una sentencia ¿quién de nosotros no se va directamente al fallo?
Tanto los abogados como los publicistas están en el negocio de la persuasión, dice Stark. Pero mientras los anunciantes son concisos y directos, los abogados nos perdemos con palabras rimbombantes, jerga leguleya y párrafos alambicados.
Stark comprende que nuestra forma de hacer es consecuencia de las raíces latinas de gran parte del vocabulario jurídico y de la educación que recibimos en las facultades del Derecho. Pero eso no debe ser una excusa para huir del lenguaje críptico, que es lo opuesto a la comunicación del siglo XXI.
«Gran sabor, llena menos». El eslogan de la cerveza Miller Lite transmite el mensaje con la menor cantidad de palabras en una frase memorable. Como consecuencia de esta campaña cientos de miles de aficionados a la cerveza se pasaron a la light por la sencilla razón de que podían beber más cantidad sin sentirse pesados.
Stark nos recomienda:
– Elegir palabras cortas en lugar de palabras de varias sílabas.
– Limitar las oraciones a 25 palabras o menos.
– Usar gráficos.
– Usar verbos fuertes en voz activa.
– Huir de las oraciones pasivas. No fue casualidad que Martin Luther King nombrara su discurso «I had a dream» y no «A dream’s been had by me».
Eso son solo cinco o seis oraciones. Si vemos que un correo electrónico se va a extender más, Stark recomienda adjuntar un PDF y limitar el texto del email a decir: «Esto es importante, debe descargarlo y leerlo cuidadosamente».
Para el correo electrónico, Stark recomienda usar la segunda persona, olvidar las sutilezas excesivas y, si no estamos pidiendo al destinatario que haga algo, tal vez no debamos ni siquiera enviar el email.
Reflexión final.
No he visto que Stark lo mencione en su charla, pero me permito añadirlo yo como cosecha propia. Lo que mueve internet es el contenido de calidad. En las redes sociales lo que de verdad funcionan son las propuestas que ayudan a la gente a cubrir una necesidad real. Todo lo demás es distracción y pérdida de tiempo que nos convierten en smartphone zombies.
En la abogacía ocurre lo mismo. El bien más preciado de todo abogado es su criterio jurídico. Conviene no olvidarlo. Es el don con el que realmente podemos ayudar a nuestros clientes. Es nuestro contenido de calidad. Un abogado con un criterio profesional equilibrado prestará un buen servicio a su cliente aunque sus emails sean farragosos. Un abogado con poco sentido común prestará un mal servicio a su cliente aunque ninguna frase de su informe supere las 25 palabras. Los consejos de Steven Stark (y, mucho más modestamente, también los de este blog) permiten a un abogado comunicar mejor su criterio y persuadir al cliente para ayudarle en la toma de decisiones. Y eso convierte el arte de la persuasión en una gran herramienta.
En mi opinión, la primacía del criterio es una de las grandezas de la abogacía. Y es tan válida en la era actual de los teléfonos inteligentes como en cualquier otra época anterior.
Disfrutad del Mobile World Congress los que estéis en Barcelona este último día.
En próximos artículos hablaré de temas tan variados como nuevas técnicas de redacción para abogados, litigios con notas de color en el sector de la moda y novedades del Tribunal Supremo. Si todavía no te has apuntado, suscríbete al newsletter de Litigio de Autor y no te pierdas ninguna entrada.
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